Introibo et exeo
MúsicA:
Freddy Quinn, “Heimweh”
Fondo azul oscuro. Desierto inhóspito,
mecanizado, con obras de construcción que llevan arena y materiales
de un lado a otro. Hombres, mujeres y niños pasan cargando máquinas
de coser, destornilladores gigantes, muñecos grotescos. Construyen
una ciudad, pero se derrumba constantemente porque sus objetos
golpean los edificios. Ana está en una jaula, sola. Cuando pasan
delante de ella, se ríen. Ella realiza movimientos rítmicos sobre
un cuadrado, como si colocara piezas. Los otros ríen más y más a
medida que aumentan sus esfuerzos. Cuando nadie mira, huye entre los
sonidos extraños y amenazantes que le rodean y persiguen. En la
carrera, llena de tropiezos Benjamín, aparecido de la nada, le toma
de la mano y le guía hacia la costa.
B: Corre, corre,
huyamos.
A: ¿Dónde?
B: Hay un refugio
oculto detrás de la montaña, en el valle. Allí está mi casa. Hay
fuego. Podrás descansar.
A: Nunca he
estado allí. F
B: Nunca buscaste
antes.
Llegan al refugio. Fondo de estrellas.
A: ¿Quién eres?
B: Yo soy el sol.
Soy la luz.
A: Yo soy las
estrellas doradas. ¿Dónde estabas? Nunca te he visto en la isla.
Benjamín se acerca a ella, pero Ana retrocede
asustada. Le retiene tomándole la mano y le besa en la frente.
B: Ahora eres
libre. Has huido. Ya no estás aquí.
Duermen junto al fuego, protegidos en el
refugio. Fuera llueve. En el acceso crece una pasiflora.
MúsicA:
Freddy Quin, Unter fernen Sternen
Fondo:
Amarillo pálido
Ana abre los ojos lentamente. Entrevé cómo
Benjamín coloca una pasiflora que se balancea respecto de la línea
de horizonte. De repente, conoce que está en una barca que se aleja
de la costa. La montaña, con algunos árboles y pájaros, se hace
pequeña. Está tan asustada que casi vuelca al incorporarse.
Benjamín también se aleja en el horizonte.
Sus manos se despiden trémulas bajo el sol. Ana quiere echarse al
agua para llegar a la costa, pero comprende que ya está demasiado
lejos.
A: ¡Tengo que
volver!
B: Tienes que
huir. Otro barco te recogerá tras la bahía.
A: ¡No! ¡Ven
conmigo! ¡Hay sitio!
B: No, lleva la
flor. Iré cuando tengas sitio.
Ana desfallece en la barca, que casi vuelca.
Los sonidos extraños comienzan. Lobos, tambores de galeras, alarmas
de fábrica.
A: ¡Noooo!
B: Búscame,
búscame…
Ana llora después de que Benjamín se pierda
en el horizonte. Cambia de barco, se sienta en el borde de la popa y
queda consolada con la flor.
A: (A la flor.)
No te entiendo.
Ana atraviesa diferentes costas en el barco
hasta que cae dormida, abrazada a la flor.
Voz de Benjamín:
“Búscame”.
Escena 1- Azul marino
Bloque de oficinas sin fin. Hay rejas en las
ventanas. Sonido de documentos, grapadoras, sellos. Ana se despierta
abrazada a un cactus
A: “Búscame,
búscame…”
MartA: (En voz
baja) Pss, Ana, pss. Colócate. Mira
quién viene.
Ana se incorpora rápidamente y palpa lo que
cree la pasiflora, pero se pincha. Marta le hace una señal y mira
sorprendida. Viene un hombre parecido a Benjamín, en forma
autoritaria, que pasa de largo. El reloj da las 20.00. Suena una
sirena.
M: Vamos, vamos,
deprisa, ficha.
Ana y Marta van en bus y metro por la ciudad,
que está llena de carteles publicitarios con destinos exóticos:
India, Tailandia, Brasil,…
M: Mira qué
fotos. Te digo, Ana, este verano ahorro y me voy a un todo incluido.
Luego ya veré si vuelvo, jijiji…
A: Sueñas
demasiado. ¿Por qué quieres irte? ¿Conoces algo mejor en realidad?
Marta calla.
A: Di, ¿lo
conoces? Aquí tienes todo lo que necesitas. Solo tienes que moverte
cómo te dicen, caminar por los caminos marcados, no salirte de la
línea… y ¡puf! Como la magia, te dan todo lo que necesitas.
M: Sí, la verdad
es que lo tenemos todo… pero no sé si es lo que necesito. Necesito
salir de aquí. (Pausa.) Pero tengo miedo. A veces oigo noticias de
estos lugares que no tienen nada que ver con los carteles. No sé si
está bien decirlo, pero dicen…
A: ¿Qué dicen?
M: Dicen que allí
los hombres, las mujeres y los niños viven enjaulados por unos
granos de arroz. Que les ponen tambores para que hagan movimientos
mecánicos que les llevan al llanto y luego…
A:
(A punto de llorar)
¡Eso son tonterías que se inventan para perturbarte! ¡No tiene
sentido! Jaulas y granos de arroz… ¡Qué imaginación! ¿Dónde
has visto eso?
M:
Yo no lo sé. Pero me da miedo tan solo hablar de ello. Además, creo
que las personas solo se cambian por dentro. Así cojan muchos
aviones y trenes… si no hay algo aquí … (Se toca el corazón y
le da un abrazo rápido). Me bajo aquí. ¿Hoy no vas a casa?
A:
No, tengo que ir a otro sitio.
M:
(Con curiosidad.) ¿Ah, sí? ¿Dónde? ¿Has quedado con un chico?
A:
Sí, sí, con un chico…
M:
(Suena el aviso de la parada) Mmm, ya me contarás… ¡Cómo te
guardas las cosas! (Baja, y el tren continúa).
Escena
2
Marrón
rojizo, luces de neón. Música de cabaret.
Ana
entra en la puerta de un club. Cambia de ropa de oficina a ropa de
club nocturno. En la puerta, saluda a los hombres que entran
sonriente. Un hombre parecido a Benjamín se acerca por la calle del
club, ve a Ana. Ana lo mira con los ojos abiertos. Pasa de largo. Ana
saluda a uno más y entra tras él en el club.
Escena
3
Azul
claro
Ana
atraviesa la ciudad y llega a su pequeño apartamento. El reloj marca
las 3.00. Deja las cosas una a una y entra en la cocina. Allí está
la pasiflora. Paralizada, coge la flor, se sienta en un taburete y
sueña sobre la lavadora con la cueva y el fuego. Cuando sale de la
cueva…
MúsicA:
Vico Torriani, Wenn bei Capri…
Escena
4
Rojo
atardecer
Fábrica de lavadoras. Martilleo de planchas de
metal. La mirada cómplice que enciende la revolución.
Ruido de fresadoras. Ana entra en una cadena de
montaje con cientos de hombres más. La cadena se pierde en el
horizonte. La mirada sigue a los trabajadores y muestra a uno que se
parece Benjamín. Ana lo ve. Él mira hacia los lados y da una señal.
De repente, todos se levantan y rompen las máquinas al ritmo de la
música. Cuando sale el grupo alborotado llegan a India, con una gran
hilera de hilanderas que cosen afanadas y tristes.
Hombres:
Salimos de aquí, no nos
aplastarán más. Basta.
Adiós, martillos, adiós
metal.
Por la puerta, a la
naturaleza.
Aquí están las mujeres.
Venid con nosotros. A vivir,
a cantar.
Fábrica textil. Máquinas de coser muerden las
telas, los rodillos de madera las desplazan por el aire.
Ruido de máquinas de coser. Los hombres cruzan
la fábrica textil. Rompen las máquinas de coser y bailan con las
hilanderas. Algunos empiezan a tocar música. Desfilan por un bosque
lleno de frutas y comen mientras caminan y cantan. Ana lidera al
grupo, sorprendida de sí. Así llegan a Tailandia.
Adiós máquinas, adiós
hilos. Vámonos con los niños.
Vamos, vamos, ea, a la
libertad.
Adiós patrones, adiós
cadenas.
Nos vamos juntos al mar.
Fade out, fade in. Fábrica de juguetes.
Ruido de empaquetadoras y engargoladoras de
latas. Numerosos niños cosen balones.
Toma, pilla el balón.
Vamos a jugar con todos,
vamos a reír.
Niños vámonos juntos,
salimos de aquí.
Vamos a llenar las escuelas
y los templos; vamos a los patios de cerezos.
Todos juntos: Salimos de la
jaula.
Los hombres y las mujeres los toman de la mano
y los llevan al bosque, que se ve acogedor y amable. La multitud
comienza a construir una ciudad libremente, hermosa, nueva y
resistente.
Fondo naranja.
Benjamín encuentra a Ana entre la algarabía.
Se miran. Ana comprende súbitamente lo que ha sucedido.
B: ¡Búscame!
¡Estás muy cerca! ¡Corre!
Ana le da la pasiflora y despierta en su piso.
A: “Búscame,
búscame.”
En su cocina ya no está la flor.
Escena
5
Amarillo
El reloj marca las 7.00. Ana no puede ver los
electrodomésticos que le rodean. Los recoge junto a otros objetos de
su casa rápidamente De repente, se da cuenta de que sigue con el
ritmo de la cabalgata de los hombres mujeres y niños. La luz del
amanecer se cuela a través de los agujeros caprichosos de la
persiana, como si fueran estrellas. Baja corriendo y tira las cajas
al contenedor. Ana ve cómo un avión surca el cielo. Marta va en el
interior, inicia su viaje.
Cuando vuelve al portal, Benjamín le espera
con la pasiflora. Ana no sabe cómo reaccionar.
B: ¡Ana!
A: ¡Benjamín!
¿Puedes verme? (Se abrazan
emocionados.)
MúsicA:
Freddy Quinn, “Cuando salí de Cuba…”
B: Ahora eres
libre, Ana, eres ligera. Eras una sombra de ti, pero ya podremos
estar juntos. Solo somos futuro. Ya no arrastras nada, lo tienes
todo.
A: ¿Dónde van
las sombras cuando son felices?
B: Se convierten
en luz para salvar a los demás.
Se besan, felices. Sus contornos se elevan al
cielo y se convierten en estrellas que contemplan e iluminan la nueva
ciudad iluminada.
Junio
de 2013. Natalia Andorra.