viernes, 12 de julio de 2013

Texto para Teatro de Sombras por "Natalia Andorra".

Introibo et exeo
MúsicA: Freddy Quinn, “Heimweh”
Fondo azul oscuro. Desierto inhóspito, mecanizado, con obras de construcción que llevan arena y materiales de un lado a otro. Hombres, mujeres y niños pasan cargando máquinas de coser, destornilladores gigantes, muñecos grotescos. Construyen una ciudad, pero se derrumba constantemente porque sus objetos golpean los edificios. Ana está en una jaula, sola. Cuando pasan delante de ella, se ríen. Ella realiza movimientos rítmicos sobre un cuadrado, como si colocara piezas. Los otros ríen más y más a medida que aumentan sus esfuerzos. Cuando nadie mira, huye entre los sonidos extraños y amenazantes que le rodean y persiguen. En la carrera, llena de tropiezos Benjamín, aparecido de la nada, le toma de la mano y le guía hacia la costa.
B: Corre, corre, huyamos.
A: ¿Dónde?
B: Hay un refugio oculto detrás de la montaña, en el valle. Allí está mi casa. Hay fuego. Podrás descansar.
A: Nunca he estado allí. F
B: Nunca buscaste antes.
Llegan al refugio. Fondo de estrellas.
A: ¿Quién eres?
B: Yo soy el sol. Soy la luz.
A: Yo soy las estrellas doradas. ¿Dónde estabas? Nunca te he visto en la isla.
Benjamín se acerca a ella, pero Ana retrocede asustada. Le retiene tomándole la mano y le besa en la frente.
B: Ahora eres libre. Has huido. Ya no estás aquí.
Duermen junto al fuego, protegidos en el refugio. Fuera llueve. En el acceso crece una pasiflora.

MúsicA: Freddy Quin, Unter fernen Sternen
Fondo: Amarillo pálido
Ana abre los ojos lentamente. Entrevé cómo Benjamín coloca una pasiflora que se balancea respecto de la línea de horizonte. De repente, conoce que está en una barca que se aleja de la costa. La montaña, con algunos árboles y pájaros, se hace pequeña. Está tan asustada que casi vuelca al incorporarse.
Benjamín también se aleja en el horizonte. Sus manos se despiden trémulas bajo el sol. Ana quiere echarse al agua para llegar a la costa, pero comprende que ya está demasiado lejos.
A: ¡Tengo que volver!
B: Tienes que huir. Otro barco te recogerá tras la bahía.
A: ¡No! ¡Ven conmigo! ¡Hay sitio!
B: No, lleva la flor. Iré cuando tengas sitio.
Ana desfallece en la barca, que casi vuelca. Los sonidos extraños comienzan. Lobos, tambores de galeras, alarmas de fábrica.
A: ¡Noooo!
B: Búscame, búscame…
Ana llora después de que Benjamín se pierda en el horizonte. Cambia de barco, se sienta en el borde de la popa y queda consolada con la flor.
A: (A la flor.) No te entiendo.
Ana atraviesa diferentes costas en el barco hasta que cae dormida, abrazada a la flor.
Voz de Benjamín: “Búscame”.






Escena 1- Azul marino
Bloque de oficinas sin fin. Hay rejas en las ventanas. Sonido de documentos, grapadoras, sellos. Ana se despierta abrazada a un cactus
A: “Búscame, búscame…”
MartA: (En voz baja) Pss, Ana, pss. Colócate. Mira quién viene.
Ana se incorpora rápidamente y palpa lo que cree la pasiflora, pero se pincha. Marta le hace una señal y mira sorprendida. Viene un hombre parecido a Benjamín, en forma autoritaria, que pasa de largo. El reloj da las 20.00. Suena una sirena.
M: Vamos, vamos, deprisa, ficha.
Ana y Marta van en bus y metro por la ciudad, que está llena de carteles publicitarios con destinos exóticos: India, Tailandia, Brasil,…
M: Mira qué fotos. Te digo, Ana, este verano ahorro y me voy a un todo incluido. Luego ya veré si vuelvo, jijiji…
A: Sueñas demasiado. ¿Por qué quieres irte? ¿Conoces algo mejor en realidad?
Marta calla.
A: Di, ¿lo conoces? Aquí tienes todo lo que necesitas. Solo tienes que moverte cómo te dicen, caminar por los caminos marcados, no salirte de la línea… y ¡puf! Como la magia, te dan todo lo que necesitas.
M: Sí, la verdad es que lo tenemos todo… pero no sé si es lo que necesito. Necesito salir de aquí. (Pausa.) Pero tengo miedo. A veces oigo noticias de estos lugares que no tienen nada que ver con los carteles. No sé si está bien decirlo, pero dicen…
A: ¿Qué dicen?
M: Dicen que allí los hombres, las mujeres y los niños viven enjaulados por unos granos de arroz. Que les ponen tambores para que hagan movimientos mecánicos que les llevan al llanto y luego…
A: (A punto de llorar) ¡Eso son tonterías que se inventan para perturbarte! ¡No tiene sentido! Jaulas y granos de arroz… ¡Qué imaginación! ¿Dónde has visto eso?
M: Yo no lo sé. Pero me da miedo tan solo hablar de ello. Además, creo que las personas solo se cambian por dentro. Así cojan muchos aviones y trenes… si no hay algo aquí … (Se toca el corazón y le da un abrazo rápido). Me bajo aquí. ¿Hoy no vas a casa?
A: No, tengo que ir a otro sitio.
M: (Con curiosidad.) ¿Ah, sí? ¿Dónde? ¿Has quedado con un chico?
A: Sí, sí, con un chico…
M: (Suena el aviso de la parada) Mmm, ya me contarás… ¡Cómo te guardas las cosas! (Baja, y el tren continúa).

Escena 2
Marrón rojizo, luces de neón. Música de cabaret.
Ana entra en la puerta de un club. Cambia de ropa de oficina a ropa de club nocturno. En la puerta, saluda a los hombres que entran sonriente. Un hombre parecido a Benjamín se acerca por la calle del club, ve a Ana. Ana lo mira con los ojos abiertos. Pasa de largo. Ana saluda a uno más y entra tras él en el club.

Escena 3
Azul claro
Ana atraviesa la ciudad y llega a su pequeño apartamento. El reloj marca las 3.00. Deja las cosas una a una y entra en la cocina. Allí está la pasiflora. Paralizada, coge la flor, se sienta en un taburete y sueña sobre la lavadora con la cueva y el fuego. Cuando sale de la cueva…
MúsicA: Vico Torriani, Wenn bei Capri…

Escena 4
Rojo atardecer
Fábrica de lavadoras. Martilleo de planchas de metal. La mirada cómplice que enciende la revolución.
Ruido de fresadoras. Ana entra en una cadena de montaje con cientos de hombres más. La cadena se pierde en el horizonte. La mirada sigue a los trabajadores y muestra a uno que se parece Benjamín. Ana lo ve. Él mira hacia los lados y da una señal. De repente, todos se levantan y rompen las máquinas al ritmo de la música. Cuando sale el grupo alborotado llegan a India, con una gran hilera de hilanderas que cosen afanadas y tristes.
Hombres:
Salimos de aquí, no nos aplastarán más. Basta.
Adiós, martillos, adiós metal.
Por la puerta, a la naturaleza.
Aquí están las mujeres.
Venid con nosotros. A vivir, a cantar.
Fábrica textil. Máquinas de coser muerden las telas, los rodillos de madera las desplazan por el aire.
Ruido de máquinas de coser. Los hombres cruzan la fábrica textil. Rompen las máquinas de coser y bailan con las hilanderas. Algunos empiezan a tocar música. Desfilan por un bosque lleno de frutas y comen mientras caminan y cantan. Ana lidera al grupo, sorprendida de sí. Así llegan a Tailandia.
Adiós máquinas, adiós hilos. Vámonos con los niños.
Vamos, vamos, ea, a la libertad.
Adiós patrones, adiós cadenas.
Nos vamos juntos al mar.

Fade out, fade in. Fábrica de juguetes.
Ruido de empaquetadoras y engargoladoras de latas. Numerosos niños cosen balones.
Toma, pilla el balón.
Vamos a jugar con todos, vamos a reír.
Niños vámonos juntos, salimos de aquí.
Vamos a llenar las escuelas y los templos; vamos a los patios de cerezos.
Todos juntos: Salimos de la jaula.


Los hombres y las mujeres los toman de la mano y los llevan al bosque, que se ve acogedor y amable. La multitud comienza a construir una ciudad libremente, hermosa, nueva y resistente.
Fondo naranja.
Benjamín encuentra a Ana entre la algarabía. Se miran. Ana comprende súbitamente lo que ha sucedido.
B: ¡Búscame! ¡Estás muy cerca! ¡Corre!
Ana le da la pasiflora y despierta en su piso.
A: “Búscame, búscame.”
En su cocina ya no está la flor.

Escena 5
Amarillo
El reloj marca las 7.00. Ana no puede ver los electrodomésticos que le rodean. Los recoge junto a otros objetos de su casa rápidamente De repente, se da cuenta de que sigue con el ritmo de la cabalgata de los hombres mujeres y niños. La luz del amanecer se cuela a través de los agujeros caprichosos de la persiana, como si fueran estrellas. Baja corriendo y tira las cajas al contenedor. Ana ve cómo un avión surca el cielo. Marta va en el interior, inicia su viaje.
Cuando vuelve al portal, Benjamín le espera con la pasiflora. Ana no sabe cómo reaccionar.
B: ¡Ana!
A: ¡Benjamín! ¿Puedes verme? (Se abrazan emocionados.)

MúsicA: Freddy Quinn, “Cuando salí de Cuba…”

B: Ahora eres libre, Ana, eres ligera. Eras una sombra de ti, pero ya podremos estar juntos. Solo somos futuro. Ya no arrastras nada, lo tienes todo.
A: ¿Dónde van las sombras cuando son felices?
B: Se convierten en luz para salvar a los demás.
Se besan, felices. Sus contornos se elevan al cielo y se convierten en estrellas que contemplan e iluminan la nueva ciudad iluminada.






Junio de 2013. Natalia Andorra. 

martes, 28 de mayo de 2013

Cía. Títeres de la tía Norica (Cádiz)

Presentación de TV de la Cía. Tía Norica

"La fiesta del Emperador" de Mozart. Obra metaespectacular para muñecos (títeres, siluetas, de rueda y tijereta)


"La fiesta del Emperador es un divertimento musical que parodia las representaciones de opera cortesanas del siglo XVIII. Estamos en Viena en el ano 1779. El emperador Josef II recibe una carta de su hermana anunciándole su visita. Emocionado, decide organizar una fiesta de recepción con espectáculo incluido. Por ello encarga a Mozart, compositor de la corte, que componga una opera corta para el evento: Der Schauspieldirektor." Fuente: Cía. checa Karromato, Hay una guía didáctica para niños para la comprensión de la obra.

Títeres que representan la preparación de una ceremonia de bienvenida con una obra operística titulada "La obra del director". Diversidad de distintos muñecos y técnicas.

domingo, 19 de mayo de 2013

TRES POEMAS DE ALMUTAMID


A MI CADENA

Cadena mía, ¿no sabes que me he entregado a ti?,
¿por qué, entonces, no te enterneces ni te apiadas?
Mi sangre fue tu bebida y ya te comiste mi carne.
No aprietes los huesos.
Mi hijo Abu Hasim, al verme rodeado de ti,
se aparta con el corazón lastimado.
Ten piedad de un niñito inocente que nunca temió
tener que venir a implorarte.
Ten piedad de sus hermanitas, parecidas a él y a
las que has hecho tragar veneno y coloquíntida.
Hay entre ellas algunas que ya se dan cuenta,
y temo que el llanto las ciegue.
Pero las demás aún no comprenden nada y no
abren la boca sino para mamar. 

AMOR ONÍRICO

Te he visto en sueños en mi lecho
y era como si tu brazo mullido fuese mi almohada,
era como si me abrazases y sintieses
el amor y el desvelo que yo siento,
es como si te besase los labios, la nuca,
las mejillas, y lograse mi deseo.
¡Por tu amor!, si no me visitase tu imagen
en sueños, a intervalos, no dormiría más.

VEN, VUELVE A OCUPAR TU PUESTO A MI LADO
 (a Ibn Ammar)

Ven, vuelve a ocupar tu puesto a mi lado.
Ven sin temer nada, porque te esperan bondades, no reproches.
Convéncete de que te amo demasiado para poder afligirte;
nada, bien lo sabes, me agrada tanto como verte contento y alegre..
 

ALMUTAMID, pieza para sombras

PRÓLOGO



Aparece IBN AMMAR, seguido de su criado DARIR.
El primero es una forma estilizada y estática. El segundo, un joven ágil y delgado.


IBN AMMAR. Hay una luna desangrada sobre la tumba de Almutamid.

Se alumbra una sepultura.

Su gloria fue como el sol, en altura y brillo. Hoy ves aquí un rectángulo de muerte. Al menos te roza la plata.

DARIR. Mi señor, no nombréis la plata.

IBN AMMAR. No cabe nada en tus ojos de muerto.

DARIR. Mi señor, no habléis a los muertos.

IBN AMMAR. El sol no puede contar los ojos de los muertos.

DARIR. Lamenta la muerte del rey de Sevilla.

IBN AMMAR. La tierra te araña la cintura.

DARIR. Mi señor Ibna Ammar, no lloréis más la muerte del rey de Sevilla. Dejad que descanse, igual que descansamos nosotros.

IBN AMMAR. Nosotros no descansamos, pequeño Darir. Nosotros estamos siempre llorando porque tenemos un hoyo en la garganta.

DARIR. Este es mi señor Ibn Ammar. Fue visir del reino de Sevilla y favorito del rey Almutamid. Hoy está muerto, y aunque veáis a un hombre joven y hermoso, es un anciano de doscientos años. Le arrastra la sangre como una cadena. Se ha hecho de noche. Hemos atravesado la ciudad para venir a este caseta diminuta, igual que hacemos todas las primaveras, a recordar al rey Almutamid, que gobernó Sevilla y murió en el destierro. Su reino alcanzaba desde el  Algarve hasta Almería.

IBN AMMAR. He bañado el jazmín en el estanque, pero el agua ha rebosado. Lo ha echado todo a perder, y va a entrar por las ventanas de la casa. ¿Cómo vamos a volver a al-Ándalus?

DARIR. Mi señor, no levantéis la voz. Hay muertos que nos siguen, y no quisiera tener que salir corriendo. El viejo rey de Marruecos nos odia. Necesitamos un viento nuevo y un amanecer para volver a Andalucía.

IBN AMMAR. Darir, ¿no escuchas nada bajo los azulejos?

DARIR. No escucho nada, señor.

IBN AMMAR. ¿Tú crees que puede vernos Almutamid?

DARIR. No, señor. No puede vernos.

IBN AMMAR. La tierra le ha desgarrado las pupilas. Era un muchacho hermoso cuando yo lo conocí en la ciudad de Silves. Vamos a volver a al-Ándalus. Ensilla los caballos.

DARIR. Al fin y al cabo, ¿quién ha dicho que los muertos no pueden viajar? Mi señor Ibn Ammar fue el preceptor del rey Almutamid.

IBN AMMAR. El rey descansa en esta ciudad de las montañas de África.

DARIR. ¿Y no descansamos nosotros?

IBN AMMAR. No. Cuando ya no nos quede agua, cuando nos apaguemos con la luna, volveremos a al-Ándalus.

DARIR. Me duele el pecho, señor. ¿Cómo puede a un muerto como yo dolerle el pecho? Me parece que voy a morirme cien veces más.

IBN AMMAR. Si yo no me hubiera ido, si yo no me hubiera escapado, si yo no hubiera sido un traidor... Hoy tengo un pozo de sangre congelada. El rey Almutamid es un pobre desgraciado. Príncipe de los vivos, hoy vives olvidado entre los muertos, y no hay quien sepa de tu nombre. ¿De qué nos vale el recuerdo del viejo camellero? ¿De qué nos vale la palmera con su sombra azul sobre la arena? Tú y yo recordamos juntos el calor de la desconocida Arabia, ¿no ves que todos llevamos en el alma un recuerdo incapaz, una casa inventada? Ni en el color del vino ni en el olor de las sábanas encontramos nunca el vientre deseado. Nos hemos amado mucho, Almutamid.

DARIR. No debéis exponeros demasiado a la luz de la luna. Ya no sois un joven amante, señor.

Desaparecen las figuras.